Ser un buen comunicador es la capacidad de escuchar a otra persona y responder de manera reflexiva y eficaz, pero es sólo un aspecto de una buena conversación.
Para muchas personas, los últimos años nos dejaron con la sensación de que preferiríamos no recordar lo que pasó, y está bien sentirnos así también. Independientemente de si amaste u odiaste el año pasado, te cambió de alguna manera.
Los humanos somos criaturas sociales y el impulso y el deseo de conectarnos entre nosotros es vital para nuestra salud mental y emocional. A medida que nuestro mundo continúa avanzando tecnológicamente, las habilidades que las generaciones mayores necesitaban cultivar cuando comenzaban sus carreras son muy diferentes de las habilidades en las que los jóvenes necesitan trabajar hoy.
La habilidad más importante en la que los jóvenes deben centrarse para desarrollarse en el mundo actual es el arte de la conversación. Ser un buen comunicador es la capacidad de escuchar a otra persona y responder de manera reflexiva y eficaz, pero es sólo un aspecto de una buena conversación. Los otros aspectos son poder leer el lenguaje corporal, ser consciente del momento y el tono y reconocer con quién expresarás ciertos pensamientos y opiniones.
Es a través de la escuela, la familia y las actividades sociales que desarrollamos estas habilidades y aprendemos a manejar las relaciones interpersonales. Desde el auge de la tecnología y la accesibilidad a la información, los jóvenes tuvieron que depender cada vez menos del cultivo de estas habilidades interpersonales.
Por ejemplo, si quisieras aprender origami hace 40 años, ciertamente podrías aprender de un libro o tal vez de un video instructivo, pero probablemente será un maestro quien te ayudará a llevar tu origami al siguiente nivel. Hoy en día, si quisieras aprender origami, no tendrías que hablar con ningún otro ser humano. La conveniencia y accesibilidad de tanta información tiene muchos beneficios. La desventaja es que se pierde la importancia de crear y cultivar relaciones.
Luego llegó la pandemia y todo se puso en línea. Si bien todos estábamos conectados electrónicamente, era difícil mantenernos conectados emocionalmente. Los adultos jóvenes que estaban en la escuela secundaria y la universidad perdieron años críticos de desarrollo de habilidades de comunicación y relaciones. Estos mismos jóvenes están ingresando lentamente a la nueva fuerza laboral híbrida, lo que significa que simplemente no tendrán tantas oportunidades, como las generaciones anteriores, para practicar y aprender estas habilidades.
Para algunas personas, la idea de aprender a tener mejores conversaciones puede parecer un poco pasada de moda. Disponemos de toda esta tecnología que aporta sencillez y comodidad, ¿por qué empantanarnos con largas conversaciones? Aprender el arte de la conversación no se trata de negar los avances que ya logramos o de querer volver a “los buenos viejos tiempos”, sino de desarrollar una habilidad que no solo te ayudará a tener éxito en el trabajo, sino que también te ayudará a conectarte con otras personas de una manera significativa. Tener relaciones y conexiones significativas con los demás es un aspecto importante de una vida feliz.
Aprender a ser un mejor conversador puede parecer una tarea difícil, por lo que acá hay cuatro acciones que podés comenzar a practicar con o sin un interlocutor:
1. Sé quién sos
Puede parecer un punto de partida extraño, pero una gran parte de ser un buen compañero de conversación es comprenderte a vos mismo y cómo operás y honrás esas partes de vos en lugar de intentar cambiarlas. ¿Tendés a ser una persona reservada a la que le cuesta abrirse? No te castigues por ser tímido o tener dificultades para iniciar conversaciones. Sé consciente de esto y asegurate de tener siempre algunos temas de conversación listos para usar. O simplemente decilo: “Estos eventos de networking me parecen realmente abrumadores porque tiendo a ser una persona bastante reservada. ¿Y vos?”.
2. Practicá la escucha activa
La mayoría de la gente piensa que ser un buen oyente significa no hablar. Escuchar es más que simplemente “no hablar”, es observar a otra persona hablar y centrarse completamente en lo que dice. Esto requiere que dejes de hacer todo lo que estás haciendo en este momento, establezcas un buen contacto visual y mires a la persona. Practicar la escucha activa es aprender a devolver la atención a la otra persona cada vez que tu mente divaga mientras intentás escuchar.
Todos estuvimos en esas conversaciones con jefes o compañeros en las que sabemos que no escucharon ni una palabra de lo que dijimos. No sentirse escuchado nunca es un buen sentimiento. Solo recordá, cuando estás conversando con alguien y realizando múltiples tareas, es posible que estés tachando algunas cosas de tu lista, pero no estás generando confianza en la relación con la persona con la que estás hablando en ese momento.
3. Sé curioso
Para ser excelente en el arte de la conversación, no es necesario tener las cosas más prolíficas o ingeniosas que decir todo el tiempo, sólo hay que tener curiosidad. A las personas les gusta hablar de sí mismas y hacer preguntas interesantes y puntuales siempre hace que la otra persona en la conversación se sienta especial, lo que crea conexión.
Sentí también curiosidad por otros aspectos de tu vida. ¿Sos un gran lector? ¿Solo leés un tipo de libro o sentís curiosidad por otros autores y géneros? ¿Siempre vas a los mismos lugares o sentís curiosidad por otros barrios, restaurantes y tiendas?
Ser un buen conversador significa que tenés hechos, historias y curiosidades interesantes que podés agregar a una conversación. Cuantos más libros, películas, obras de teatro hayas leído o visto y más experiencias tengas, más tendrás de qué hablar en general.
4. Confiá con quien vale la pena hablar
Para muchas personas, lo que les impide “apropiarse de quiénes son” y disfrutar de una buena conversación no es la otra persona, son ellos mismos y su crítico interior. Cuando estás conversando con otra persona, es fácil escuchar solo tu parte ansiosa y preocuparte por lo que la otra persona está pensando. Te preguntás si estás siendo interesante y divertido o si tu sonrisa enmascara tus verdaderos sentimientos o si realmente piensan que sos aburrido y no soportan hablar con vos.
Si bien tenés que ser consciente del lenguaje corporal de la otra persona y ser capaz de sentir si algo que estás diciendo (o no diciendo) le está causando malestar, tampoco podés ser responsable de cómo se siente otra persona y de lo que piensa. La gente pasa demasiado tiempo mentalmente escuchando a su crítico interior, tratando de leer la mente de la otra persona en lugar de estar en el momento, escuchando lo que la otra persona dice y respondiendo de manera genuina.
Incluso con el auge de la IA y el miedo a que los “robots” se apoderen del mundo, los humanos siempre necesitaremos a otros humanos. Aprender a construir y mantener relaciones sanas y reales nunca desaparecerá. Si deseás tener éxito en tu carrera y en tu vida, considerá la construcción de relaciones y el mantenimiento de excelentes conversaciones como tu activo más valioso.
Fuente: forbesargentina.com